viernes, 14 de mayo de 2021

La Güela de Noe

 Un regalo para el día de la madre con una historia detrás: la única foto de su madre era de las que entraban en la cartera y se llevaban de recuerdo como oro en paño. Murió cuando ella tenía cinco años, sin más recuerdos.

Fue un trabajo "jodido". La foto era muy vieja, llegó a mi como la foto de una foto y era pequeña pequeña y con defectos del paso del tiempo.

Intenté hacerlo lo mejor que pude pero el ojo del fondo no deja de quedar extremadamente oscuro y hay detalles que, o te los inventas, o dejas un manchón...



El proceso

 Un esbozo a lápiz HB, comienzos de sombreado a 2B. Afinación de sombras a 4B y por último retoques a 2H.

Obviamente pintar a lápiz deja trazos. Con ayuda de un difumino, un palillo de algodón o una servilleta de papel es posible desplazar esos rastros dejados en el papel para ir modelando  las formas.

A base de mover de un lado a otro el pigmento, el propio dibujo va pidiendo mayor ensombrecimiento de ciertas zonas y lo último que se realiza es lo más blanco, a base de borrado, claramente, para que sea el propio color del papel el que dé el color.

Al final, con ayuda de una goma de pan y otra de precisión y un lápiz 2B y otro 2H, se añadieron los detalles de la ropa, el pelo....

 

Detalles

 


 Para mi, éste no se puede ver en detalle, hay que observarlo desde la distancia para "no romper el romanticismo de la imagen de mujer del siglo pasado que vemos". De mirarlo de cerca, lo único que veríamos serían trazos y manchas... Aunque si alguien está interesado en verlo de cerca, nada más sencillo que descargarse la imagen y usar la lupa para verlo con pelos y señales, literalmente.

Manual de Cortejo

 Manual de Cortejo es un disco de quien podría denominarse un héroe local: Rodrigo Cuevas, me encanta.

Así que qué mejor forma de hacerle un pequeño homenaje, que poniendo el nombre de su disco al último óleo que salió descontrolado -hay veces que se necesita dejarlo salir y ésta fue una de ellas: 4 horas que me dejaron verde de pies a cabeza y que disfruté como una guaja-.

La clara inspiración fue un artículo sobre un bosque japonés en el que miles de luciérnagas se juntaban para eso, para cortejar. Me pareció una pasada y le di con todas mis ganas.

El proceso

Es un óleo sobre lienzo y es la primera vez que doy "sensación" de profundidad y ambiente en una pintura de un bosque. Se me dan de pena las flores y plantas, con lo que me gustan, pero con éste, estoy contenta.

La base de arranque fue sin dibujo previo, simplemente una serie de manchas que darían lugar a los claros y oscuros del paisaje en la fronda y el camino.

Sobre esa base se comenzaron a añadir los árboles con distintas tonalidades, desde el verde puro del tubo a un azul blanquecino pasando por todo tipo de marrones. En esta ocasión sólo tenía una cosa clara: quería pintar un bosque e iba a utilizar las pinturas que venían con un cofre que me regalaron y que no acabo de controlar en la mezcla, así que decidí utilizarlas directamente del bote y mezclarlas poco.

El siguiente paso fue reforzar luces y sombras...

Y por último, el toque luciérnagas. Ahí lleva un trabajo de "cepillo de dientes" con pintura amarillo cadmio pura, ideal para salpicaduras masivas. Tras limpiar y repasar los troncos para que se fundiese con las luces, se aplicó a pincel pintura dorada y pequeños puntitos de amarillo puro y blanco titanio que dan lugar a todos los puntos grandes.


Detalles

En esta imagen se puede apreciar el uso puro del color y los brochazos. Salió con fuerza...


En la parte baja, la concentración de luces puede dejarse ver en las salpicaduras y los retoques de los troncos para la integración que comentaba antes.


Siempre hay algo concreto que me gusta de cada pieza y en este caso es justo esa parte baja de esta última imagen en la que las hojas caídas en el suelo parecen reflejar la luz de los insectos.

Quedó guapo. Creo que dará para algún tiento más este tema.