Mi primer caballete fue comprado porque era ideal para soporte de los libros mientras estudiaba la carrera.
Venía con unos óleos y un soporte pequeñito.
Los miraba y no me atrevía a darles uso, pero era una pena, así que...
Es una mezcla informe de cosas sin sentido, sin volumen, sin nada de nada, pero ya con la marca de la casa: los demonios internos que salen a relucir por los pinceles.
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